2017/09/14

Navarra Euskal Herria: Historia, lengua y cultura.

Hoy en día, sobre todo en Navarra, hay muchas personas para las que la expresión “nosotros los vascos” está totalmente enfrentada, de manera excluyente, a la expresión “nosotros los navarros”, aunque para algunos sean sinónimas y para otros la segunda se incluya en la primera. ¿Somos vascos? ¿Navarros? 


Intentaré explicar esta situación...


Este artículo, traducido al polaco por mi amiga Monika Czerny, se publicó en el libro Przezwyciężanie niemożliwego : Baskowie i ich język, editado el año 2008 por la Universidad de Poznan en colaboración con la Universidad del País Vasco.



Euskaldun guztiok gara nondik edo handik nafar

Koldo Mitxelena



Laburpena:
Herri txikia izanik ere, oso konplexua da Euskal Herriaren izaera. Eta gaurko gizartearen konplexutasunaren atzean historia konplexu bat dago. Artikulu honetan saiatu gara azaltzen zertan datzan historia hori. Euskal Herri deiturak euskararen lurraldea edo euskararen jendea nahi du esan (euskaraz herri izenak bi zentzuak hartzen baititu). Dudarik gabe geure herri gisako kontzientzia guztiz lotua dago geure hizkuntzari, euskarari. Baina kontuan izan behar dugu ere euskaldunok Europar estatu bat eraiki genuela, eta estatu horren izena Nabarra izan zela. Gero estatu hori auzoko estatuek desegin zuten eta orain zaila egiten zaigu euskaldunoi nabar gisa aurkeztea gure burua. Artikuluan azaltzen dugu nola nabar kontzeptu horrek euskalduntasunari lotua dagoela bere hastapenetan, eta modu berean gure historiari eta kulturari. Horren harira azken urteotan talde batzuek Nabarra izena aldarrikatzen dute gure nazioa izendatzeko.


En euskera, dicen los gramáticos, sólo existen, originariamente, dos series, dobles, de pronombres personales: Ni(k) - Hi(k) / Gu(k) - Zu(k) [Yo - Tú / Nosotros - Vosotros]. La relación expresada mediante el signo «-» refleja los polos de la comunicación y mantiene el mismo vocalismo, mientras la relación expresada por «/» es mucho más compleja. No es una mera pluralización, no es un yo al que se añade una marca de plural, es algo distinto que formalmente exige un vocalismo distinto. Es también algo indefinido. No es “yo quién hablo” o “tú a quien hablo”, que entran dentro de una perspectiva lingüística[1]. Se pone aquí de manifiesto la base de la cultura, el juego entre lo individual y lo colectivo. Porque el nosotros no puede escapar de la esfera del yo ni el yo de la esfera del nosotros. El nosotros es a la vez un todos, un muchos y un algunos. Un algunos, o sea, los familiares, los amigos, los conocidos, los vecinos, los paisanos. Un muchos: los navarros, los polacos, los inuit, los mapuche, los que hablamos euskera, los que hablamos polaco, los estudiantes, las trabajadoras del hogar, las mujeres... Un todos: los llamados seres humanos.

El nosotros es siempre una construcción cultural, ideológica, histórica, institucional. Un caso paradigmático de construcción del nosotros es la nación. En la actualidad este concepto está ligado a la idea de Estado, o lo que es decir lo mismo, en esta época en que el Poder social se impone por la fuerza del Estado-nación, el Estado hace suyo, toma para sí, el concepto de nación. Pero simultáneamente conviven con esta apropiación ideológica de la idea de nación, comunidades, conjuntos de personas, que se reconocen a sí mismas en un nosotros que caracterizan como nación sin Estado. Este es nuestro caso.

Esta contraposición ideológica es posible rastrearla incluso en el ámbito de la lexicografía. En el Diccionario de la Real Academia de la lengua española, la lengua oficial del Estado Español que debe ser conocida por todos sus ciudadanos por mandato constitucional, Nación viene definida de la siguiente manera:

(Del lat. natĭo, -ōnis).
1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.
2. f. Territorio de ese país.
3. f. Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Vemos que la primera acepción esta focalizada por la idea del Estado a través de la expresión ‘el mismo gobierno'. La idea central es el gobierno, los gobernados y el territorio que se controla. Secundariamente, en la tercera acepción se incluyen otros factores.

No disponemos todavía de un equivalente a este Diccionario para el euskera, por lo que hemos acudido a la Enciclopedia más utilizada en este idioma, Harluxet, donde encontramos la siguiente definición:

1. Lurralde jakin batean bizi diren eta etnia, hizkuntza, historia eta ohitura berak dituzten pertsonen multzoa, bere burua berezko nortasuna duen talde etniko eta politikotzat hartzen duena.
2. (hedaduraz) Gobernu beraren menpe dauden herrialde bereko biztanleen multzoa.
[1. Conjunto de personas que viven en un territorio determinado, que tienen la misma etnia, lengua, historia y costumbres, y que se consideran a sí mismos con una identidad propia como grupo étnico y político.
2. (Por extensión) Conjunto de habitantes de un mismo territorio bajo la autoridad de un mismo gobierno.]

Aquí la idea de Estado pasa a un segundo lugar e incluso se especifica que se trata de un deslizamiento semántico a partir de la primera acepción. Lo que se prioriza, la idea matriz es que existen una serie de cuestiones expresadas por los términos historia, idioma, etc., susceptibles de ser compartidas por un conjunto indeterminado de personas que habitan en un territorio concreto. Estas cuestiones aunque de una manera algo más difusa aparecen también en la que hemos visto era la idea secundaria en el Diccionario de la RAE. Estos términos aparecen también reflejados en el título de este artículo, lo cual no es por casualidad, y sobre ellos hablaremos más tarde.

Nosotros somos una nación sin Estado, lo cual lleva a mucha gente a pensar que no somos una nación. Y además estamos divididos entre dos Estados, que nos niegan, desde luego, nuestro caracter nacional. Dentro del Estado Español, donde se nos reconoce cierta oficialidad, estamos divididos en dos estructuras administrativas, llamadas comunidades autónomas, diferentes. Por un lado Euskadi, por otro lado Navarra. Se achaca aquí comunmente al Estado, o a los Estados, esta situación de división, pero, sin negar que el Estado (los Estados) trabaja(n) con todas sus herramientas para fomentar esa división, sin embargo las cosas son bastante complejas.

Lo cierto es que es que no hemos articulado un nosotros en el que la mayoría de la gente se engarze. No podemos decir que hayamos llevado a efecto la construcción simbólica de la comunidad. De hecho, ni siquiera tenemos un nombre que nos identifique como nación. Hoy en día, sobre todo en Navarra, hay muchas personas para las que la expresión “nosotros los vascos” está totalmente enfrentada, de manera excluyente, a la expresión “nosotros los navarros”, aunque para algunos sean sinónimas y para otros la segunda se incluya en la primera. ¿Somos vascos? ¿Navarros?

Intentaré explicar esta situación.

Resulta que nosotros hemos tenido nuestro propio Estado. Desde mediados del siglo XII nuestro Estado se llamaba Reino de Navarra. El rey Sancho VI el Sabio ejercía su potestad sobre el conjunto de territorios de población vasca al sur de los Pirineos. Hasta esa época el corónimo utilizado para nombrar esa institución era reino de Pamplona, pero en 1162 se registra el primer documento que utiliza de forma oficial la nueva denominación: «Regnante rege Sancio in Navarra...».

La documentación de la administración del reino se escribía en latín, pero en un documento que lleva el sello de este rey, fechado en 1167 se lee: «... quod Orti Lehoarriç faciet ut lingua navarrorum dicitur unamaiçter...», esto es, «... que Ortiz Lehoarriz pondrá, como se dice en la lengua de los navarros, un mayoral de pastores...». La lengua de los navarros como el lector avezado puede comprobar es el euskera.

El historiador José María Lacarra decía[2] al referirse a los fondos documentales medievales navarros que se vislumbraba a través de ellos “el pasado de un pueblo que se expresa por escrito en un  idioma que no es el que habla, y que el suyo se le escapa a través de los documentos”. Aún así en esa documentación que él estudió y transcribió aparece información muy valiosa sobre el euskera medieval (“topónimos, nombres de persona, apodos y alguna palabra suelta”)[3] y, lo que nos interesa en este momento, la identificación de esa lengua, que en algunos textos monacales es calificada de lengua de los campesinos[4], con un etnónimo que procede de la Antiguedad clásica, vascones, del que derivan, tras una complicada trayectoria, los que hoy sirven mayoritariamente para denominarnos en la mayoria de los idiomas europeos: vasco, basque, baskijski, bascais, baskisch, baskiska...[5] En documentos del monasterio de Leyre de 1060 y 1085,«Unam terram que est in loco quod dicitur in basconea lingua Mussiturria» (una tierra que está en el lugara llamado en lengua vascona Mussiturria); «Vineam que est in loco quem bascones vocant Ygurai mendico» (viña que está en el lugar que los vascones llaman Ygurai mendico).

De esta identificación surge la denominación vascuence para el euskera (baskontz, 1288; basconz, 1300; lingua basconcii, 1376; bascuentz, 1276; bascuenç, 1349; bascuenz...) seguramente a partir de la expresión vasconice loqui 'hablar a lo vascón, a la manera de los vascones' que será a la larga la predominante en la documentación en lengua romance posterior. De esta denominación surge el adjetivo vascongado para denominar al vascohablante, como equivalente de euskaldun. Todo este léxico lo encontramos en el Fuero General de Navarra, la primera Constitución del reino, escrita en el siglo XIII, que contiene palabras y expresiones euskéricas, en ocasiones integradas sin más en el texto: «De casa deven yr a la veylla o el echaiauna o ela echandra». En otras ocasiones se especifíca: «Hay otra pecha que es clamada alfonsadera, en basquenz ozterate» (...) «en logares en la cayll, que dice el bascongado erret bide» Y también «Et por tal ferme dize el navarro gayces berme.» (...) «Otrossí (...) don dize el navarro ones berme»[6].

Vemos pues que el apelativo navarro tenía un contenido lingüístico que lo hacía sinónimo de vascongado o hablante del euskera. De esta manera hay que entender las referencias a los navarros que aparecen en distintas cartas fundacionales de ciudades como Estella (1090) y San Sebastián (1150) que hacen referencia siempre a la población autóctona euskaldún, asi como la denominación Navarrería de un barrio de Pamplona que debía estar poblado por vascohablantes monolingües, frente a los barrios de San Cernin y San Nicolás, donde habitaba población franca procedente del Sur de Francia, que hablaba en lengua occitana. Incluso en comarcas periféricas o entre colectivos específicos aparece el apelativo navarro para denominar al euskaldún, al portador de la lengua navarra[7].  Así se explica la abundancia de este apelativo en la comarca de La Ribera, situada en el valle del Ebro, en el extremo sur de Navarra, donde la lengua vasca era seguramente minoritaria. En el Libro del monedaje de Tudela de 1353, que es una especie de censo para el cobro de un impuesto, lo vemos aplicado incluso a gentes de religión musulmana como es el caso de los moros de Ribaforada Audella Navarro, Alhag de Navarro, Yuçe Navarro, Mahoma Navarro, Ybraym Navarro, y Hamet de Navarro, o de los moros de Cascante Mahoma Navarro e Yça Navarro. En este sentido no es sorprendente que se denomine así a personajes judíos de Pamplona, como Jento  Navarro y Salomon Nafarro, que vivirían en un ambiente euskaldún[8]. De esta manera también se puede entender que en el año 1237 la ciudad de Tudela, integrada en el Reino desde el año 1119 (ya que anteriormente, desde el siglo VIII, había formado parte de Al-Andalus, el territorio peninsular bajo dominación musulmana) identificara a Navarra como comarca distinta de la propia, lo cual era cierto desde el punto de vista lingüístico[9].

El etnónimo navarro había aparecido por primera vez en las fuentes históricas en los llamados anales carolingios, entre los siglos VIII y IX. Se llama así al conjunto de crónicas escritas alrededor de la figura y los hechos históricos protagonizados por el rey franco Carlomagno, y su familia, que pretendió restaurar el Imperio Romano de Occidente. En estas crónicas se nombra por primera vez a los navarros en relación con la batalla de Orreaga o Roncesvalles acaecida en el año 778, que tuvo una gran repercusión en todo el Occidente a través del poema épico La chanson de Roland, escrito a finales del siglo XI. Los anales estaban escritos en los monasterios por distintas manos, y en las copias de los manuscritos se iban interpolando sucesos acontecidos o versiones nuevas, etc., por lo que la información que nos ha llegado es bastante confusa, incluso el alcance de los nombres geográficos es muy impreciso.  Esto lo veremos en los acontecimientos que nos conciernen[10]:

En los anales Mettenses (muy propagandísticos a favor de Carlomagno) se dice que en el año 778 Carlomagno llegó a la ciudad de Pamplona (ad Pampilonam urbem pervenit), que fue conquistada y destruida (Pampilona firmissima civitate capta atque destructa) y sometidos los hispanos, los wascones[11] y los navarros (Hispanis, Wasconibus et navarris subiugatis). Aquí no se menciona su derrota, sino que regresó victorioso a su patria.

En los Anales Laurisenses se dice que destruida Pamplona (Pampilona distructa) son sometidos los hispano-wascones y los navarros (Hispani Wascones subiugatos, etiam et Navarros). Este dato concuerda con el cosmógrafo de Rávena que en el siglo VII había diferenciado Spanoguasconia (Vasconia hispana) de Guasconia “quae antiquis Aquitania dicebatur[12].

En los Anales escritos por el monje Eginhardo, ya tras la muerte de Carlomagno en el año 814, se dice que el ejército franco pasa los Pirineos por la región de los wascones (in regione wasconum Pyrinei iugo) y que la ciudad de Pamplona era de los navarros (Pampelonem Navarrorum oppidum adgressus) y que después de destruir sus murallas, de vuelta a su patria, los wascones le estaban esperando en lo más alto de los Pirineos (in cuius summitate wascones insiddis colocantis), y le hicieron encajar una severa derrota. Después se dice que el territorio de los navarros llegaba hasta el nacimiento del río Ebro (apud navarros ortus), y aunque la referencia geográfica no sea exacta, puede aplicarse al conjunto de los territorios de habla vasca.

Los anales fuldenses mencionan también la destrucción de Pamplona y el sometimiento de wascones y navarros (wasconibus et nabarris subactis revertitur in Franciam).

En la Vita Ludovici Pii escrita por un autor que es denominado Astrónomo se narra también la batalla de Roncesvalles y al hablar de una rebelión de los vascones dice "los vascones de nuestro lado que viven en la zona pirenaica” (sed et Wasconum citimi, qui jugi propinqua loca incolunt).

Podemos observar pues que no está muy definida la entidad  de vascones y navarros. Por un lado parece que se sigue una tradición que sitúa a los vascones a ambos lados de los Pirineos, y donde aparece un grupo humano denominado navarro que no es muy bien definido, y por otro lado sobre todo en la obra de Eginhardo se sitúa a los navarros al sur de los Pirineos y a los vascones al Norte. Esta es la fórmula de denominación que encontraremos en una obra del siglo XII que tuvo mucha repercusión en la historiografia europea, fórmula que se mantuvo hasta el siglo XVII.

Se trata del Liber Sancti Iacobi (Codex Calilixtinus), conjunto de textos escritos en torno al fenómeno europeo de las peregrinaciones medievales a Santiago de Compostela (Galiza). En esta obra se diferencia a los navarri de los bascli. Aquí el término vascones ha sido sustituido por bascli[13], pero expresa la misma diferenciación que estimabamos en Eginhardo. Pero a pesar de esta diferenciación se dice que son de una misma naturaleza y cualidad[14]:

"Navarros y vascos tienen características semejantes en las comidas, el vestido y la lengua, pero los vascos son de rostro más blanco que los navarros. Los navarros se visten con ropas negras y cortas hasta las rodillas como los escoceses y usan un tipo de calzado que llaman abarcas, hechas de cuero con el pelo sin curtir, atadas al pie con correas y que sólo envuelven las plantas de los pies, dejando al descubierto el resto. Gastan, en cambio, unos mantos negros de lana que les llegan hasta los codos, con orla, parecidos a un capote, y a los que llaman sayas. Como se ve, visten mal, lo mismo que comen y beben tambien mal, pues en casa de un navarro se tiene la costumbre de comer toda la familia, lo mismo el criado que el amo, la sirviente que la señora, mezclando todos los platos en una cazuela, y nada de cucharas, sino con las propias manos; y beben todos del mismo jarro. Cuando les ve uno comer, le parecen perros o cerdos. Y oyéndoles hablar, te recuerdan los ladridos de los perros, por lo bárbaro de su lengua. A Dios le llaman urcia, a la madre de Dios, andrea Maria, al pan orgui, al vino ardum, a la carne aragui...".

Como se puede apreciar el autor de este texto no apreciaba precisamente a los navarros. El autor de estos textos era franco, y parece transmitir los odios acumulados por los francos establecidos en el camino de Santiago contra la población autóctona, aunque también hay que considerar la tradición anti-euskaldun de las fuentes francas, producto de la resistencia de los vascones a la dominación carolingia[15]. De cualquier forma, nos ofrece el primer vocabulario conocido de la lengua vasca y nos permite conocer importantes datos etnográficos sobre ellos. Es tajante su afirmación de que son un pueblo diferente de todos los demás en sus costumbres y en su naturaleza, aunque en esta afirmación, así como en la propia división de navarri y bascli hay un grado alto de componente ideológico.

Se distingue aquí entre el Tellus Navarrorum o territorio de los navarros que corresponde al de los euskaldunes peninsulares y el Tellus Basclorum que corresponde al situado al norte de los Pirineos. De esta forma vemos que se califica explicitamente de comarcas navarras a Vizcaya y Alava[16], que hoy en día forman parte de Euskadi. Además las fronteras con Castilla no se sitúan en el rio Ebro sino en los montes de Oca en la provincia de Burgos, lo cual concuerda con las investigaciones lingüísticas que sitúan en esa comarca la frontera del euskera en el siglo XIII.

Curiosamente las fuentes hispanas[17] no empiezan a utilizar el término navarro hasta bastante más tarde que los cronistas francos. No aparece en las dos grandes obras historiográficas de la monarquía asturiana, la Crónica Albeldense y la Crónica de Alfonso III, escritas en los últimos años de siglo IX (la primera con notas sobre los reyes de Pamplona datadas hacia el año 976[18]), tampoco en la Genealogías de Roda escritas a finales del siglo X, que aportan abundante información sobre los reyes de Pamplona. No es hasta la Historia Silense, escrita en el segundo decenio del siglo XII por un monje de Silos que manejó los anales de Eginhardo que no aparece el etnónimo navarro precisamente describiendo la batalla de Roncesvalles cuando se cuenta que al regresar Carlomagno de Hipania intentó destruir Pamplona, plaza de los moros[19] (Porro cum in reditu Pampiloniam, Maurorum oppidum) y al cruzar los Pirineos los navarros le atacaron desde las alturas (Navarri de super incursantes agredientur). Posteriormente se dice que el rey Fruela (757-768) dominó a los sublevados navarros (domuit quoque Navarros) y allí tomó esposa llamada Munnia[20]. Por lo demás otras veces habla de los pamploneses, Pamplona, etc.

Es difícil precisar los motivos de este décalage. Podríamos suponer que en los manuscritos carolingios se han producido interpolaciones tardías, o al menos interpolaciones posteriores a las primeras redacciones, algo que es congruente con el modo en que fueron transmitidos. Esto nos diría que en el año 778 todavía no era conocido ese etnónimo, pero no nos dice cuándo apareció, a partir de qué fecha podemos hablar de un grupo social que se identifica con ese nombre. Por otra parte la omisión de ese nombre por parte de las fuentes del reino asturiano es factible explicarla con un verbo moderno, ningunear.  Significa acallar, no significar, no nombrar algo que no se desea que exista. Los monarcas asturianos se autorepresentaban como herederos de la monarquía hispana visigótica y no admitían la presencia de otra fuente legitimadora de poder. Sus crónicas si que hablan de los vascones, aunque generalmente refiriéndose al pasado. La crónica Albeldense (año 883) relata los enfrentamientos contra los vascones de los reyes godos desde Eurico (466-488) hasta la fecha de redacción, cuando utiliza para ensalzar la gloria guerrera del rey Alfonso III, reinante en aquel momento, la expresión “valiente contra los vascones” (fortis in Vascones)[21].

Buscando otros datos históricos que pudieran precisar la época de aparición del vocablo navarro, podemos acudir a los datos de la toponimía, con las precauciones que la materia requiere. Tenemos una serie de poblaciones en la Península que son fundadas en el proceso de repoblación asociado a la extensión de los reinos cristianos sobre territorio en manos musulmanas. Muchas de esas poblaciones llevan el nombre del grupo étnico que efectúa la repoblación. Los nombres conmemorativos de nuevas poblaciones repobladas por euskaldunes se forman en gran parte con el apelativo Báscones. Hemos de destacar que los más cercanos a Navarra, los primeros fundados, se escriben con b-, todos ellos en las provincias de Burgos, Soria, Asturias y uno en Galicia. A este grupo pertenecen: Villabáscones, Bascuñuelos, Basconcillos, Báscones, Bascuñana, Bascos y Bascois, este último en Galicia. En cambio, los más lejanos, cuando la conquista iba muy avanzada, se ven con v-, como los de Galicia, Portugal y Toledo. Podemos citar de este segundo grupo, Vascos, Vascons, Vasconcellos y Vascao en Portugal; Vascos en Toledo. Pero en 950 aparece Villa Vascones cerca de Burgos, con v- y en León, en el siglo XI, existía Uascones también denominada Villa Uascon.

Por otra parte según el historiador Ricardo Cierbide durante el reinado de Alfonso I, rey de Pamplona y Aragón, en el primer tercio del S.XII,  diversos contingentes militares navarros se asentaron en el valle del Duero hasta Salamanca dando lugar a las poblaciones de Narros en Soria (Narros de Cuéllar, de Saldueña, del Monte, del Castillo, del Puerto, de Matalayegua), Narrillos (del Rebollar, del Valduncial, del Alamo, de San Leonardo) en Ávila y Salamanca. También encontramos otras poblaciones con el componente Naharros y Navarros.

Vemos que le etnónimo navarros debía estar ya bien afincado a comienzos del siglo XII, cuando aparece la primera mención en la Historia Silense, pero también tenemos el dato de que los primeros movimientos de repoblación peninsulares no nos dan cuenta de él sino del etnónimo vascones.

Por otra parte el nombre Nabarra, y su variante Nabar, fué ampliamente utilizado como antropónimo hasta el siglo XVI. Se encuentra documentado por primera vez, dona Nabarra,  en el monasterio de Iratxe el año 1198.

Respecto a la etimología de Navarra se han ofrecido distintas hipótesis. La más clásica, defendida ya por José Moret y Arturo Campión, historiadores del siglo XVII y XIX respectivamente, es la que la relaciona con naba “llanura próxima a las montañas, vertiente, barranco” más el sufijo -ar “natural de”, con lo que se querría caracterizar a los habitantes de la Cuenca de Pamplona en contraposición a los habitantes de los valles pirenaicos. El historiador contemporaneo Martín Duque, que toma en consideración que en algunas crónicas aparecen diferenciados navarros y pamploneses, realiza una asimilación de los Navarri a los aratores, en base al significado de nabar ‘reja de arado’, mientras los Pampilonenses se referiría a la aristocracia local. Según esta opinión el término navarri haría más bien referencia a un grupo social específico que a un grupo étnico. Por otro lado la raíz nabar también ha sido interpretada como ‘pedregal’, estando presente en distintos topónimos pirenaicos como Benabarre, Navarrui, Navarri, Navarrué, Navardún o Navarra. Por su parte el euskerológo Jean-Baptiste Orpustan[22] dice de nabar  que en el léxico antiguo ha debido nombrar la paleta de colores intermedios y cambiantes alrededor del ‘verde’, y que ha dado sin duda su nombre a Navarra,“quizás porque en ella se mezclan las tonalidades oscuras de las zonas atlánticas montañosas y boscosas a las que el nombre convendría directamente y las más claras y secas del valle mediterráneo del Ebro”. También indica su aparición en toponimia bearnesa remitiendo según él al nombre del Reino de Navarra y a su empleo como nombre étnico.

Es interesante la opinión del lingüista Alfonso Irigoyen que documenta Nabar en Bearne[23] (1338 Guilhem Nabarr, Guilhem Navar), afirmando que está bien atestiguado en area vasca como nombre de persona, pudiendo ser el equivalente del apellido Pardo[24]. Quizás podríamos asimilar este sentido de nabar con la afirmación del autor del Liber Sancti Iacobi de que “los vascos son de rostro más blanco que los navarros”, y pensar que el apelativo surgió a partir de la necesidad (ideológica) de diferenciar a los vascones del sur y del norte.

Existen más explicaciones, unas más fantasiosas que otras, pero como vemos las más coherentes encuentran su etimología en la lengua vasca.

Sea como sea, resta incierto el origen de los términos navarri y Navarra, de modo que no se pueden extraer conclusiones históricas a partir de su consideración. Lo que si parece estar claro es que la actual denominación en euskera, Nafarroa, procede del primitivo Nabarra. El gentilicio que hoy utilizamos en las formas nafar/napar ‘navarro’ decía Alfonso Irigoyen “que con toda evidencia, ambas variantes son continuación de aquella [nabar], si se tiene en cuenta que la -b- pasó a -f- por ultracorrección, que modernamente alterna con -p-”. Para la forma Nafarroa, que ya encontramos en Axular, Jean-Baptiste Orpustan postula una sucesión directa del castellanizado “nafarro”, aunque otros sugieren la presencia del sufijo -oa, presente también en topónimos como Gipuzkoa, Aezkoa, Zuberoa, etc., u otra explicación intra-vasca.

Respecto al término vascones ya hemos indicado que procede de la antiguedad latina. En la visión del mundo de los romanos la cadena de los montes Pirineos seguía una orientación sur-norte y cuando llegan a los territorios de lo que hoy llamamos Navarra Euskal Herria, lo hacen por dos vías diferentes: Por el Oeste (de ellos) a través del Valle del Ebro y por el Este (de ellos) a través del territorio de la Galia. Estas dos vías diferentes de penetración hará que establezcan una división en los montes Pirineos, que quedará fijada como frontera administrativa dentro del Imperio Romano, aunque sabemos por un conjunto de datos lingüísticos, etnográficos y arqueológicos que los Pirineos no eran una frontera sino un nexo de unión para los pueblos que habitaban a sus pies. El caso es que al Norte (nuestro) de los Pirineos los romanos situarán a los aquitanos, Y al Sur (nuestro) situarán a los vascones. Julio Cesar sitúa a los aquitanos entre el Rio Garona, los Pirineos y el océano, y dice que son diferentes de los Galos, que en su lengua se llaman Celtas, (qui ipsorum lingua Celtae, nostra Galli) por el idioma, las costumbres y las leyes (lingua, institutis, legibus inter se differunt). Con el Imperio el referente geográfico aquitano se ampliará hasta abarcar todo el Sudoeste de la Galia, pero en el siglo IV los habitantes de la antigua Aquitania conseguirán separse de sus vecinos galos y crear la Provincia Novempopulana. En el siglo I el geógrafo griego Estrabón afirmó que en lengua y aspecto los aquitanos eran distintos de los galos pero similares a los íberos. Esta afirmación ha sido entendida de distintas maneras, pues no se sabe si Estrabón se refería a los íberos propiamente dichos, es decir a los hablantes de la lengua íbera, o a los habitantes de Iberia en general, por lo que algunos han estimado que la similitudes se debían atribuir a los vascones y otros vecinos peninsulares.

Los principales autores latinos de los que obtenemos noticias de los vascones son Tito Livio, Estrabón y Ptolomeo. Al historiador Tito Livio (c. 50 ane-17) debemos una de las primeras[25] referencias históricas a este pueblo, que lo sitúan en la zona del Valle del Ebro ( ...per vasconum agrum ducto exercito... ). Los geógrafos grecorromanos Estrabón (64 ane- 19) y Ptolomeo (c. 85 - c. 165) nos aportan datos sobre las ciudades, las calzadas, los modos de vida, etc., de manera que a partir de estas informaciones se han podido trazar mapas de los territorios atribuidos a cada pueblo. Pero resulta muy dificil precisar a que realidad social concreta se refieren al nombrar estos pueblos (populi). No sabemos hasta qué punto hay que aplicarles una conceptualización étnica. Tampoco se puede darles un contenido político unitario, pues se ignoran las formas de soberanía indigena, la subordinación de unos núcleos a otros o los límites de esos poderes. La naturaleza misma de los datos, fragmentaria, ambigua, difusa, oscura a veces, ha dado lugar a numerosas controversias, algunas ya superadas, otras absurdas, otras necesarias. Teniendo esto presente podemos decir que  los límites que estos autores latinos dibujan para los vascones marcan unas fronteras similares a las de la actual comunidad autónoma de Navarra, aunque por el Norte tenía una salida al mar por Oiasso (actual Irún y Hondarribia), por el sur se extendía por la margen derecha del Ebro llegando a la divisoria de aguas de los rios Duero y Ebro, y siguiendo el curso de este río llegaba hasta cerca de Zaragoza y por el este ascendía hasta los Pirineos. En la articulación de este espacio tuvo mucha importancia la fundación de Pamplona, que en lengua vasca es llamada Iruñea ‘la ciudad’, ya que cuando se consolida el reino de Pamplona en el siglo X como hemos visto, sale a la luz la pervivencia de una lengua prerromana y preindoeuropea.

Recapitulando: en 1162 existía una nación con un estado, una  lengua, un territorio, una historia, unas costumbres propias, etc.

En 1200 se produjo un hecho histórico que a la larga conllevaría la imposibilidad para esa nación de mantenerse soberana entre las naciones-estado europeas. El reino de Castilla conquisto militarmente Araba, Gipuzkoa y el Duranguesado que en aquella época llegaba hasta Bilbao, y las tierras de habla vasca ya no volvieron a estar más unidas. Eso debilitó a Nabarra, que acabó siendo conquistada por Castilla en 1512, aunque el reino se mantuvo independiente durante un siglo más en una porción al norte de los Pirineos, y al euskera.      Navarros y vascos empezaron a verse como pueblos separados e incluso el euskera pareció dividirse en dos lenguas:

Ya en 1272 "General Estoria" mandada escribir por Alfonso X el Sabio de Castilla y que pretendía contar la historia del mundo se afirmaba "De los linages de Japhet que poblaron Europa ouo y muchos de ellos que usaron de la lengua que dezimos latina e otros que ouieron otros lenguajes. Los griegos han el suyo apartado (...) et otrossí los vascos e los nauarros".

En 1492 Nebrija, ideólogo castellano,  escribía en el prólogo de su Gramática Castellana: "I cierto assí es que no sola mente  los enemigos de nuestra fe que tienen la necessidad de saber el lenguaje castellano, mas los vizcainos, navarros, franceses, italianos i todos los otros que tienen algún trato i conversación en España y necesidad de nuestra lengua".

En la ciudad de Huesca, en el Pirineo aragonés las Ordenanzas municipales del  año 1349  prohibían a los “corredores” municipales (intermediarios en las compra-ventas) utilizar en su trabajo la lengua árabe (algarabía),  hebrea (abraych), o el euskera (basquenç), lo cual prueba que dichos idiomas, junto al romance, que se hablaban en aquella ciudad[26]. Pero en un documento del año 1561 se recoge una prohibición similar a los corredores de la “Cofradía de los mercaderes”, en la que el euskera es dividido en bizcayno y nabarro.

Pero incluso dentro de la antigua nación iran surgiendo dos historiografías, dos visiones del mundo, dos ideas nacionalitarias separadas, dos nosotros. Un nosotros vasco-cántabro-vizcaíno cuyo pionero es Esteban de Garibay (1533-1600) con su obra Quarenta Libros del Compendio Historial (1556-1566), y que llega hasta Sabino Arana y el nacionalismo vasco y un nosotros navarro cuyo precursor es Arnaud Oihenart (1592-1667) con su Notitia utriusque Vasconiae (1638), que llega hasta Arturo Campión y la Asociación Euskara de Navarra.

En el siglo XX parecía que ambas visiones habían logrado converger para poder salvar al euskera y al pueblo del euskera del exterminio, pero...


Nota Bene: Euskaltzaindia, la academia de la lengua vasca, en una norma publicada el 23 de julio de 2004 dice:

Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nafarroa (Beherea eta Garaia) eta Zuberoa batera izendatzeko erabil bedi Euskal Herria izena.
[Para denominar conjuntamenta a Alava, Vizcaya, Guipúzcoa, Labort, Navarra (Baja y Alta) y Sola utilícese el nombre Euskal Herria.]

Espero que el lector haya comprendido por qué nosotros preferimos llamar a nuestra nación, Nabarra o Navarra Euskal Herria.







[1] Hay idiomas que diferencian entre un nosotros inclusivo que incluye al (a los) receptor(es) y un nosotros exclusivo, que lo(s) excluye. No se pretende aquí un analisis exhaustivo del tema, sino sólo mostrar el lugar del que se parte en todo proceso de construcción de una idea nacionalitaria.
[2] Lacarra, José María, Vasconia Medieval. Historia y Filología, San Sebastián, 1957, p. 9.
[3] Esta documentación fue estudiada por Koldo Mitxelena en Textos históricos Vascos, Minotauro, Madrid, 1964.
[4] En un documento de donación de 1046: «quendam montem qui dicebatur rustico vocabulo Ataburu» (cierto monte denominado con vocablo rústico Ataburu). En un texto de 1079: «Soto uno qui dicitur a rusticis Aker Çaltua. Nos possumus dicere Saltus ircorum, Soto de ueco» (Un soto al que los rústicos llaman Aker Çaltua). El adjetivo rústico derivado del latín rus ‘campo’ fue aplicado a la población campesina y a sus hablas, en este caso a los vascohablantes
[5] Se desconoce la etimología de vascones. Se ha asociado al nombre del euskera en esta misma lengua, pero de manera imprecisa. Además la primera documentación de las voces euskera y Euskal Herria son del siglo XVI.
[6] Mitxelena, Koldo, Textos arcaicos vascos, Minotauro, Madrid, 1964, pp. 51-56
[7] Sainz Pezonaga, Jabier, “Antroponimia medieval euskérica en la Ribera tudelana” in Fontes Linguae Vasconum. Studia et documenta, Nº 93, Mayo-Agosto 2003, Institución Principe de Viana, Pamplona, pp. 337-342. En Internet www.euskalnet.net/jabiersainz
[8] Téngase en cuenta que entre las familias judías más importantes de Pamplona estaban los Ederra, como en Estella los Ezquerra, de apellido euskaldún.
[9] En Yanguas y Miranda, José, Diccionario de Antigüedades del Reino de Navarra, Institución Príncipe de Viana, Pamplona , 2000 [1ªed. 1840], pp. 645 y1096, se transcribe un documento de 1237 donde se habla de «los ommes que fueron á Navarra demandando consello...». En esta misma obra se apunta un documento de otra población cercana a Tudela, Peralta, sin fecha, que el autor supone del siglo XII, en el que, al relacionar a ciertas personas de apellido euskérico se las considera procedentes de Navarra: «Garcia Elhiart, venit de Navarra (...) Sancia Zuria, venit de Navarra...».
[10] Cf. Pérez de Laborda, Alberto: Guía para la historia del País Vasco hasta el siglo IX, Txertoa, Donostia, 1995.
[11] Según Bernardo Estornés Lasa, que ha estudiado el tema de la grafía del étimo vascones, la tendencia a escribir con v- es propia de los latinos, la tendencia a escribir con w- es de los germanos, y la tendencia a escribir con b- es de los iberos, árabes y vascos romanizados. Detrás de estas exteriorizaciones escritas existía, indudablemente, el modelo oral que no sería exactamente ni /v/, ni /w/, ni /b/.
[12] El nombre de Vasconia aparece por primera vez en el año 602. A partir de una pronunciación germánica Wasconia derivaría en Guasconia, hoy en día Gasconha (Gascogne en francés, Gascuña en castellano). Al perderse la lengua vasca en la mayor parte de la primitiva Aquitania, la lengua derivada del latín propia de este territorio, que guarda una gran influencia de su sustrato vasco, se llamó gascón. En euskera, al Norte de los Pirineos, gaskoi o kaskoi pasó a ser sinónimo de erdaldun, hablante de una lengua extraña. 
[13] Se trata de un derivado del latín uasco, utilizado ya por los poetas latinos, que como advierte Mitxelena (1984) “no es sino el caso recto, desprovisto conforme a un esquema frecuente en esa lengua de la nasal de otros casos, entre los cuales se cuentan todos los del plural, incluido el nominativo-vocativo”.  En los anales carolingios encontramos a menudo el apelativo wasco para especificar la ascendencia de determinados personajes. El nominativo plural es reinterpretado como vasci/basci. En la aparición de la lateral se ha querido ver la influencia de la voz euskal, forma en composición de euskara, lengua vasca en esta lengua, aunque esto es muy dificil de precisar.
[14] “Navarri et bascli unius similitudinis et qualitatis, in cibis scilicet et vestibus et lingua, habentur, sed Bascli facie candiditores Nauarris approbantur. Navarri pannis nigris et curtis usque ad genua tantummodo, Scotorum mode, induuntur et sotularibus, quos lavarcas vocant, de piloso corio scilicet no confesto factas, corrigiis circa pedem alligatas, plantis pedum solummodo involutis, basibus nudis utuntur. Palliolis vero laneis, scilicet atris, longis usque ad cubitos, in effigien penule fimbriatis, quos vocant saias utuntur. Hi vero turpiter vestiuntur et turpiter comedunt et bibunt. Omnes namque familia domus Navarri, tam servus quam dominus, tam ancilla quam domina, omnia pulmentaria simul mixta in uno catino, nom cum coclearis sed manibus propiis, solet comedere, et cum uno cipho bibere. Si illos comedere videres, canibus edentibus uel porcis computares. Siqut illos loqui audires, canum latrancium memorares. Barbara enim lingua penitus habentur. Deum vocant urcia; Dei genitricem andrea Maria; panem orgui; vinum ardum; carnem aragui...”.
[15] En lós anales carolingios citados aparecen numerosas referencias a esta resistencia.
[16] “En ciertas regiones de su país, en Vizcaya y Alava, cuando los navarros...” (In quibusdam horis eorundem , in Biscaglia scilicet et Alava, dum Navarri...).
[17] Nos referimos a las fuentes cristianas. Las fuentes musulmanas mencionan Al-Baxkenex, Al-Baxconex (Ibn Adhari), al-Baskunisi, baskunis (Ibn Hayyan, El Yacubi, Yacut). Al Masudi nos da uasxcones y uascones. Al euskera se le llama Bashkiya
[18] En ellas, aunque sólo en algunos manuscritos, se afirma que el año 905  un rey de nombre Sancho Garcés (Rex nomine Sancio Garseanis) surgió en Pamplona (surrexit in Panpilona), sometió a su ley la tierra de Pamplona y ¿Alava? (Arbam namque Pampilonensem suo iuri subdidit), y conquistó un amplio territorio a los musulmanes.
[19] Según la Crónica de Alfonso III también fueron los moros los que atacaron al ejército franco en Roncesvalles (a gentibus sarrazenorum fuit Rodlane occiso)
[20] La crónica de Alfonso III (884) mencionaba a los vascones (Uascones rebellantes superabit atque edomuit) y especificaba que Munnia era una joven esclava de guerra que formaba parte del botín arrebatado a los vascones.
[21] Las citas serían numerosísimas. Se repiten los adjetivos feroces, rebellantes, etc., aplicados a los vascones, y los verbos conquistó (capit), devastó (uastavit), humilló (humiliabit), venció (devicit), dominó (perdomuit), aplastó (contriuit), etc., con sujeto regio y objeto vascón.
[22] Orpustan, Jean-Baptiste, Les noms des maisons médiévales en Labourd, Basse-Navarre et Soule. Ed. Izpegi. Baigorri, 2000.
[23]  Irigoyen, Alfonso,  “Estratificaciones toponímicas de tipo vasco en la Vallée d´Ossau (Béarn)” in De Re Philologica Linguae Vasconicae, V, Bilbo, 1995.
[24] En castellano (RAE) 1. adj. Del color de la tierra, o de la piel del oso común, intermedio entre blanco y negro, con tinte rojo amarillento, y más oscuro que el gris. 2. adj. Dicho especialmente de las nubes o del día nublado: oscuro (que carece de claridad).
[25] Se considera la primera mención a los vascones la que hace Salustio (86 ane-34 ane) relatando un episodio de las guerras sertorianas (…tum romanus exercitus frumenti gratia remotus in Vascones est…), pero no es un texto muy seguro, hay dudas respecto a su interpretación..
[26] Latiegitar Bixente, “Euskera Ueska´ko Urian XIV mendetik XXVII´era”, Euskerazaintza, Nº 45-46, 1999, pp. 12-34: “Item nuyl corredor non sia usado que faga mercaderia ninguna que compre nin venda entre ningunas personas faulando en el algarabia ni en abraych nin en basquenç; et qui lo fara pague por coto xxx soles”




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